OBJETIVO
Conocer y entender realmente lo que escuchamos como “violencia femenina”, para actuar de acuerdo a los programas de ayuda que brindan las distintas instituciones gubernamentales. , normas e instituciones sociales que legitiman y por ende perpetúan la violencia contra la mujer.
JUSTRIFICACION
En muchos países en desarrollo las mujeres comparten la noción de que los hombres tienen derecho a disciplinar por la fuerza a sus esposas. En las zonas rurales de Egipto, por ejemplo, por lo menos 80% de las mujeres dicen que en ciertas circunstancias los golpes están justificados. Una de las circunstancias más comúnmente citada por las mujeres es rehusarse a tener relaciones sexuales con el hombre. Esta es también una de las razones más comúnmente citadas por las mujeres para desencadenar los golpes. Las sociedades distinguen generalmente entre las razones justas e injustas que provocan la violencia así como entre niveles de agresión aceptables e inaceptables. En muchos países la noción de "causa justa" se halla imbuida en los fallos sobre actos de violencia. Ciertos individuos, generalmente los maridos y los ancianos, pueden tener derecho a castigar físicamente a una mujer por ciertas transgresiones, pero sólo dentro de ciertos límites. Si un hombre traspasa esos límites por haber empleado demasiada violencia o por haber golpeado a la mujer sin "causa justa", otros tienen derecho a intervenir. Como dijo una mujer en México, "Si he hecho algo malo..., nadie deberá defenderme. Pero si no he hecho nada malo, tengo derecho a ser defendida". Aun en lugares donde la cultura misma confiere al hombre considerable control del comportamiento de la mujer, los hombres que cometen abusos generalmente sobrepasan la norma. Los datos de la Encuesta Demográfica y de Salud (EDS) de Nicaragua muestra que, entre las mujeres físicamente maltratadas, 32% tenían maridos que ocupaban un alto lugar en la escala de control marital en comparación con sólo 2% entre las mujeres que no eran físicamente maltratadas. En la escala se incluyeron tipos de comportamiento como el del marido que continuamente acusa a su mujer de serle infiel y le limita el acceso a su familia y amigos. En su mayoría, las mujeres que sufren abuso no son víctimas pasivas, sino que se valen de estrategias activas para lograr el máximo de seguridad para ellas y sus hijos. Algunas mujeres resisten, otras huyen y otras más tratan de mantener la paz rindiéndose a las demandas del marido. Lo que a un observador puede parecerle falta de respuesta a una vida de violencia, puede ser en realidad una evaluación estratégica de lo que debe hacer la mujer para sobrevivir en el matrimonio y protegerse a sí misma y a sus hijos. La respuesta de la mujer al abuso suele verse limitada por las opciones a su alcance. Las mujeres citan constantemente razones parecidas para permanecer en relaciones abusivas: temor de represalias, preocupación por los hijos, dependencia económica, falta de apoyo de la familia y los amigos, y la constante esperanza de que "él cambie". En los países en desarrollo las mujeres citan lo inaceptable que es ser soltera o no casada como obstáculo adicional que las mantiene en matrimonios destructivos. Al mismo tiempo, la negación y el miedo al rechazo social muchas veces impiden que la mujer acuda en busca de ayuda. Por ejemplo, de 22% a casi 70% de las mujeres maltratadas que se entrevistaron informaron jamás haber reportado el abuso a nadie antes de que les hicieran esa pregunta en la entrevista. Aquellas mujeres que buscan ayuda, generalmente recurran a la familia y amigos. Muy pocas de ellas se han puesto en contacto con la policía alguna vez. Pese a los obstáculos, numerosas mujeres abandonan finalmente al compañero violento, aun después de muchos años, una vez crecidos los hijos, la probabilidad de que una mujer deje finalmente al marido abusivo es del 70%. El tiempo medio que las mujeres permanecen en una relación violenta es de cinco años. Las mujeres más jóvenes muestran mayor tendencia a abandonar antes esa relación. Los estudios sugieren un conjunto constante de factores que empujan a las mujeres a poner punto final a una relación abusiva. La violencia se vuelve más grave y la mujer se da cuenta de que "él" no va a cambiar, o la violencia comienza a afectar a los hijos. Las mujeres también citan el apoyo emocional y logístico de la familia o los amigos como factor esencial en su decisión de abandonar la relación abusiva. El abandono de una relación abusiva es un proceso. El proceso comprende por lo común períodos de negación, autoculpabilidad y aguante antes de que la mujer reconozca que el abuso es una modalidad y se identifique con otras mujeres en la misma situación. Este es el comienzo de la ruptura y la recuperación. En su mayoría, las mujeres dejan la relación y retornan varias veces antes del abandono definitivo. El abandono no garantiza necesariamente la seguridad de la mujer. A veces la violencia continúa e incluso puede intensificarse después que la mujer abandona a su pareja. En realidad, el riesgo de que el marido la mate llega al máximo inmediatamente después de la separación. La violencia se deriva por lo común de las normas relativas al género, o sea, las normas sociales sobre el papel y los deberes apropiados del hombre y la mujer. Por lo general, los hombres tienen relativamente carta blanca siempre que sostengan económicamente a la familia. De las mujeres se espera que se ocupen de la casa y cuiden a los hijos y que demuestren obediencia y respeto al marido. Si el hombre percibe que de alguna manera su esposa no se ajustó a su papel, fue más allá de los límites establecidos o desafió los derechos del marido, éste puede entonces reaccionar violentamente.Mundialmente, los estudios identifican una lista constante de sucesos tachados de "desencadenar" violencia. En ellos están incluidos los siguientes: no obedecer al marido, contestarle de mal modo, no tener la comida preparada a tiempo, no ocuparse debidamente de los hijos o la casa, hacerle preguntas sobre el dinero o las presuntas amigas, ir a alguna parte sin su permiso, negarse a tener relaciones sexuales con él, o expresarle su sospecha de que no le es fiel. Todas estas formas de comportarse constituyen una trasgresión de las normas relativas al género.